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Un paseo por El Junquito

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A decir de sus cronistas, El Junquito ha sido un espacio de esparcimiento y recreación desde los años 50 y somos muchos los caraqueños quienes, en diferentes épocas, hemos ido a este lugar buscando despegarnos de la cotidianidad y bullicio de la ciudad. Hoy muchas cosas han cambiado. Hace poco llevé a mi hija para allá, quizá pensando que todo permanecería inmóvil en el tiempo, que me sentiría igual que en años anteriores, que mis hermosos recuerdos tomarían vida nuevamente. Pero no fue así, me equivoqué. Mientras recorría la vía, desde el kilómetro 0 hasta el pueblo de El Junquito (municipio Libertador y municipio Vargas), observé mucha desidia gubernamental, mucho abandono: botes de agua, derrumbes, huecos, fallas de borde, basura y una política turística inexistente, entre otras cosas. Además, vi muchos, pero muchos perros abandonados, cientos de ellos mojados, pasando frío, hambre, solitarios, a la buena de Dios y con una cara de tristeza que me carcomía el alma. Solo pen

La Caracas de ayer

De la casa al mundo

A 200 de la independencia, ¿cuánto hemos cambiado?

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Foto: www.ucab.edu.ve Hace algún tiempo, mientras realizaba una investigación, me encontré con el escrito Reflexiones sobre los obstáculos que se oponen al establecimiento sólido del gobierno democrático en las provincias de Venezuela y medios de removerlo, el cual llamó profundamente mi atención y me hizo reflexionar sobre el país que tenemos. Es por ello que quisiera compartir con ustedes un extracto de este documento, el cual apareció en el periódico Patriota de Venezuela en 1811 y cuyo escritor prefirió el anonimato. Una vez leído no quedará más que preguntarse cuánto hemos cambiado. “ Cual un niño que acaba de ver la luz, sólo oraba a tientas, y hubiera sido bien fácil encadenarle de nuevo, si los hierros se le hubiesen presentado con el halagüeño nombre de libertad, Libertad, Libertad; exclaman todos sin saber en qué consistía esta misma libertad que adoraban. Acostumbrado a no pensar jamás, la política le era tan desconocida como sus derechos, y puede asegurarse que aun los

Independencia de las colonias americanas

De lo pintoresco y tradicional

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La ciudad que no vuelve es aquella que recordamos. No podría volver. Es la Caracas de los amaneceres familiares. Alegre por íntima. Estampada en esas imágenes que parecen grabadas en la infancia para cobrar mayor intensidad en la nostalgia, con los años. Y no es tan distante el espacio que de ella nos separa. No hace mucho tiempo de las cargas de frutas, leche, pan y carbón, en burros y carretas. La pobreza del país de entonces hizo austeros a los caraqueños. El arquitecto Gustavo Wallis recordaba hace poco, con sonriente rostro de sorpresa, como en una fotografía tomada por él en la esquina Veroes _el año 42_ aparecen 19 mulas atravesando la calle hacia la Santa Capilla. Entonces la circulación de vehículos automotores era escasa. Wallis guarda el testimonio como un tesoro. Frescas están las imágenes de los arreos con música procedente de burritos campaneros; o las carretadas de malojo en dirección a Bárcenas, por los empedrados de las calles. En Bárcenas había cocheras. Desde

May Way versionada por Sex Pistols

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