Historia de enamorados (1816)
José Francisco vivía en Caracas y durante dos años sostuvo económicamente a doña Vicenta, cuidando que nunca le faltara lo necesario para vivir. Animado por la gran amistad que había tenido con los difuntos padres de la muchacha, no dudó ni un segundo en ayudarla. Sin embargo, con el paso del tiempo, José Francisco y Vicenta terminaron por enamorarse y, fue tan grande la pasión que se profesaron, que procrearon un nuevo ser.
Como en aquellos tiempos la fecundidad de una mujer soltera traía difamaciones y comentarios malsanos, Vicente acudió a las autoridades para solicitarles que le permitieran casarse con ella, esto con la intención de salvar su honor y reputación.
Para Vicente era indudable la desigualdad existente entre los dos, puesto que él era pardo y doña Vicenta blanca, pero le resultaba más delicado que esa bella joven quedara sin asistencia, sin abrigo, desamparada y reducida a la más vergonzosa situación. Por eso no dudo ni un segundo, en suplicar e implorarle a la Real Audiencia que le diera las facultades necesarias para poder contraer matrimonio con ella.
La solicitud llegó a manos del cura, quien relató en su informe que doña Vicente era una persona blanca y que sus padres también lo habían sido, pero que había quedado huérfana y no tenía ningún familiar cercano, además agregó, que aunque José era pardo, era un hombre honrado y de bien. A su vez explicó que de no realizarse el casamiento, la muchacha quedaría perdida, sin sustento y sin reputación.
El alcalde del Cuartel por su parte, le pidió discernir al Tribunal sobre la utilidad o conveniencia del matrimonio y considerar las circunstancias políticas del momento, las cuales hacían necesario conservar y aumentar la clase de blanco.
Afortunadamente, para José y Vicenta, el Tribunal les permitió contraer matrimonio.
Fuente: Don José Francisco Argote por doña Vicenta Damado en su defensa ante injurias de su conducta. Caracas, 1816. ANH.
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