La injuria durante el período de Guerra de Independencia en Venezuela (1810-1821)

Cuando se estudia un período de conflicto bélico, tendemos a pensar que toda la sociedad participó activamente en los frentes de batalla. Nos los imaginamos luchando, conspirando y defendiendo sus ideales. Sin embargo, y aun cuando las personas están siendo afectadas o influenciadas por los sucesos que se desarrollan a su alrededor, éstos mantienen la cotidianidad de sus vidas, es decir: bailan, rezan, pasean, pelean, juegan y se injurian.

Habría que preguntarse qué tan importante es la injuria para estudiar el periodo colonial. Pues para la sociedad colonial venezolana fue sumamente importante la religión, la calidad de sangre, el origen étnico, la riqueza y la ocupación u oficio, ya que dichos elementos permitían que el individuo ocupara una escala social determinada. Por otra parte, el comportamiento moral influyó decididamente en el ascenso social de las personas, de allí que las injurias sirvieran para desacreditar a personas con fines que iban más allá de la simple ofensa personal.

Los encargados de mantener esta conducta excluyente y opositora a las aspiraciones de ascenso social de los estratos inferiores eran los blancos criollos, ya que los mismos ocupaban un lugar privilegiado dentro de esta sociedad. Por ello procuraron mantener el linaje, el buen nombre y la jerarquía estamental. Cosa que se puede observar a través de los diversos casos de limpieza de sangre, disenso matrimonial o injurias.

Sin embargo, y aun cuando los blancos criollos trataron de mantener la exclusión social, su comportamiento llegó a reproducirle de alguna forma en los estratos inferiores a través de la imitación de costumbres.

Estudiar la historia, extrayendo de los documentos las murmuraciones y los comentarios que la gente se hacía entre sí tiene mayor importancia de lo que creemos, pues de los comentarios positivos de los individuos podría desprenderse la fama y el impulso al ascenso social, tal como cargos públicos y pertenencia a determinadas castas; pero, de los comentarios negativos, por el contrario, se podía desprender la predisposición de las autoridades acerca de la persona para su reconocimiento social, lo cual, en consecuencia, debía demostrarse que no era cierto. De esta forma, los dimes y diretes que corrían de boca en boca o los conflictos personales que hoy vemos como algo cotidiano, trascendían al orden jurídico, lo cual nos lleva a entender los prejuicios y la moral de la época. Por ello la injuria era motivo de interés del Estado y de las instituciones eclesiásticas.

Aún en la fase bélica de la crisis de la sociedad colonial, se puede observar una constante en los actos cotidianos por los cuales la gente se ofendía e injuriaba, es decir, existen similitudes con respecto a otros períodos de la historia venezolana en cuanto a ofensas y agravios se refiere. Los insultos como “puta”, “embrollón”, “pillo”, “pícaro”, “alcahueta” y muchos otros que contienen una connotación social que afecta la moral del individuo, permanecen inalterables en este período.

Estos actos cotidianos continúan dándose con iguales características durante el período 1810-1821, sin embargo, presentan nuevos elementos una vez que surge y se desarrolla la guerra. De allí que comencemos a observar distintos casos donde la injuria se basa fundamentalmente en agravios y ofensas relativas a la crisis política y el conflicto armado, no en vano se acusan de “insurgentes”, “ladrones insurgentes” o “perros patriotas”, incorporando de esta manera nuevos adjetivos calificativos, ahora populares debido a las circunstancias. Estos nuevos insultos muchas veces son expresados con la intención de dañar la reputación u honor de individuos con altos cargos públicos o bien para demostrar la buena conducta hacia el gobierno, otras veces son una manera de indicar y defender la postura política a la cual se estaba cercano.

Estas injurias de carácter político comienzan a cambiar de acuerdo a las circunstancias que se van desarrollando en el entorno de la sociedad, y a medida que la población se incorpora al nuevo régimen, las mismas tienden a modificarse y a adaptarse a esa nueva realidad, por ello en el transcurso de los años 1810-1821, las injurias cambian según la fecha, el lugar o los actores del conflicto. De allí que sea común observar diversos casos donde la palabra realista es lo decente y la palabra patriota una grave ofensa.


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