Por un juego de cartas (1820)

Al final de la tarde de un día cualquiera, don José María Montero, un tanto aburrido, se fue hasta la pulpería cercana buscando un poco de diversión y distracción. En ese entonces, la pulpería era un lugar muy visitado por la gente ya que allí compraban harina, sal, frutas secas, granos y otros víveres necesarios para su alimentación. Pero en este lugar también se vendían bebidas, entre ellas vino y aguardiente, las cuales degustaban mientras echaban una partida de cartas. A decir de muchos, en las pulperías, la gente pasaba buena parte de su tiempo y dejaban el poco dinero que ganaban, era un lugar de esparcimiento donde había juegos, peleas y duelos. Y es en una pulpería donde ocurre esta historia.

Allí estaba José María, sentado en una mesa junto a su compañero de juego y la otra pareja necesaria para la partida, cada uno apostaba 4 reales por partida. Llevaban un buen rato jugando truquiflor, uno de esos juegos de baraja en el que se debe reunir tres cartas seguidas de un mismo palo, juego que además era permitido y totalmente legal durante la época.

En medio de la partida José Antonio Guerra canta “flor”, que es la forma de avisar cuando se gana, pero como lo hizo fuera del tiempo reglamentario, José María lo considera nulo y le explica las reglas del juego, repartiendo a continuación una nueva mano, es decir, haciendo borrón y cuenta nueva.

Pero cuando hay dinero de por medio, las costas se enturbian un poco y José Antonio, notablemente molesto y sintiendo que le han hecho la mayor de las trampas, le grita sin cesar a José María, llamándolo tramposo, canalla, indecente y negro.

La cosa no llegó a mayores únicamente porque José María tiene muy buen carácter, es tranquilo, pacífico y no se altera con la bebida. Se tragó sus insultos y abandonó el lugar, no sin antes recordarle a José Antonio que el asunto se trataría en Tribunales.

Todos aquellos que se encontraban en la pulpería al momento de lo ocurrido de dan la razón a José María y consideran un hecho injustificable molestarse en un juego donde, además, sólo se jugaban 4 piches reales por cabeza.

El asunto llegó a Tribunales, pero en medio de tanto conflicto y tratando de evitar gastos judiciales e incomodidades, se les recomendó buscar una reconciliación como buenos cristianos. Pero José María estaba tan pero tan bravo que logró que José Antonio pagara al menos por los gastos ocasionados durante el juicio.

Fuente: Don José María Montero contra José Antonio Guerra por injurias.Caracas, 1820. ANH.

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